Vuelven a humillarnos a todos.
Ya está explicado de sobra que la Iglesia no tiene nada que ver con nuestra tradición de las Tablas. Que aunque desde siempre se la ha intentado vincular a misas y otras ceremonias religiosas no ha sido posible. Que el yugo y el negocio que la Iglesia impuso a nuestra gente y en nuestro país hace 5 siglos aquí no lo pudo establecer. Cualquier intento de asociar esto tan nuestro a esa institución no es sino una forma de insultarnos, de humillarnos y de enmiserarnos a todos (por si aún no ha quedado claro). Es totalmente obvio que la Iglesia en esto no pega ni con cola, su presencia sólo lo ensucia todo. Que no, que no cuaja. Que es imposible. Que todos tenemos claro que suena demasiado ridículo y denigrante para todos asociar una cosa con la otra. Que esta fiesta es absolutamente callejera, propiedad de la gente, de la de aquí y la de toda Canarias. Porque, como ya está explicado, los que generaron esta tradición fueron nuestros paisanos, nuestras familias, nuestros antepasados, trabajando, sobreviviendo y saliendo adelante bajo el sometimiento precisamente de esos otros, de esos extranjeros de la Iglesia y de sus imposiciones. Todos lo tenemos claro.
Pero hay un poso importante aún. Porque casi todos nos criamos ahogados por todo eso, por celebraciones religiosas extranjeras prácticamente todos los días de nuestra vida, desde niños, aislados de nuestra propia cultura, del sentido de nuestras costumbres, de cualquier tipo de consciencia sobre nada, simplemente serviles, ignorantes de todo, poniendo todo en nuestro país en manos de esos extranjeros y de su cultura. Vivimos además en entornos plagados de sus representaciones religiosas, que están ahí, impuestas por la fuerza, dirigiendo la percepción del mundo por parte de la gente. Expresiones culturales y patrimoniales que muchos no son capaces de disociar de nuestro pueblo. Que son incapaces de entender que no son nuestras, precisamente por la inconsciencia impuesta por ellos. Es muy triste, pero es lo que hay. Es lo que impusieron esos aquí, sobre nuestras familias que tanto han padecido bajo su yugo para sobrevivir. Pero por suerte la consciencia va ganando terreno rápidamente y nuestra gente cada vez entiende todo esto mejor y está más alerta. Porque en ese poso también hay otros que se esfuerzan por mantener ese yugo sobre nosotros, porque viven de eso.
Por eso, aunque esta fiesta se logró librar hace rato casi del todo de ese poso, siempre puede ocurrir que nuestras Tablas pasen por malas manos y, sin querer o no, por inconsciencia o por mala intención, se puedan intentar enterrar una y otra vez bajo todo eso. Que se siga intentando poner esta tradición en manos de esa gente extraña que lo destruye todo. Se haga por negocio, por cultura, por despiste, por mala educación... da igual, siempre significa desprecio. De ese desprecio que aplicó esa gente extranjera aquí sobre todo lo nuestro y sobre todos nosotros desde el principio y en el que fue mal-educada nuestra gente. Y de eso hay que defenderse.
Pues este año el Ayuntamiento, así de claro hay que decirlo, nos vuelve a despreciar a todos, a humillarnos, a ningunearnos, a despreciar la fiesta más grande que tenemos y la que más nos representa, que tanto esfuerzo ha llevado sacar de debajo de toda esa miseria. Lo hizo con el cartel, un cartel que podría haber sido bueno. Cada uno comunica a su manera. Pero ese campanario con esa cruz ahí en lo alto, sobre el resto del contenido, es un gesto de desprecio y humillación que nadie a cargo de nuestro Ayuntamiento debería permitir. Hay muchas maneras de representar las cosas, y eso simplemente sobra. Y si se hubiese hecho intencionadamente, pues peor. Sea como sea es realmente muy ofensivo. Es totalmente ridículo alabar en nombre del Ayuntamiento esta fiesta, defenderla en los medios o frente al público diciendo que es "cosa de la gente", "de la calle", "del pueblo" o cosas por el estilo, y luego plantar ese cartel tan ofensivo para todos. Y si no hay gente en el Ayuntamiento capaz de respetar nuestra fiesta y a nuestra gente, pues nuestra gente deberá hacerse respetar. No se puede callar. Porque eso sólo simboliza eso: desprecio y humillación. Es una gran ofensa. Un ridículo descomunal, una falta de respeto al pueblo que no se puede aguantar. Un cartel que podía pasar por bueno (a gusto de cada cual) lo convirtieron así de simple en una tremenda vulgaridad y nada más.
Nos vemos en las Tablas de 2021.
tablasdesanandres.net - 1 de diciembre de 2020.