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Cómo es una tabla.

Un niño acondiciona su tabla decorada mientras espera su turno para arrastrarse.
Las tablas que se usan para el arrastre en Icod de los Vinos son tablas de madera, que es el origen de la tradición al fin y al cabo y lo que representan, el transporte de la madera cuesta abajo a lo largo del pueblo durante sus inicios.

Se hacen con una plancha de madera, preferiblemente de tea. Cada cual la consigue como puede, en función de la edad, la zona donde viva, etc. A los más peques se las harán sus amigos o familiares mayores, lógicamente. Pero a partir de una edad en que la gente ya se desenvuelve sola se tira de cualquier cosa para hacerse cada uno la suya. Cualquier plancha de madera abandonada o de deshecho puede servir. Un serrucho, unos clavos, una lija si es necesario y quedará perfecta. Hoy se ha pasado ya a comprarlas hechas por ahí, pero a muchos esto todavía nos suena demasiado. Construir la tabla forma parte de la diversión que tiene el arrastre en realidad. No es sólo arrastrarse lo importante ni lo que compone la actividad en si. La fabricación de la tabla es una fase previa que hace que la diversión y las Tablas empiecen tiempo antes, y también que todos nos impliquemos y lo disfrutemos mucho más. Construir la tabla es una actividad creativa que te tiene concentrado en esto, hasta preocupado, motivado porque todo salga bien, implicado. Se obtiene así una fiesta con mucho más carácter y personalidad. Hace que todos vayan a arrastrarse con mucha más aportación e implicación. Le da a todo al final un aspecto auténtico, una presencia que es realmente más artesanal y personal, más viva, como debe ser. Se disfruta así de un gran ambiente de colaboración y de aporte individual, de trabajo en comunidad para completar la tradición entre todos y cada uno a su manera.

Alguien baja a velocidad por una calle de Icod.

Se le colocan dos trozos de madera adicionales a la tabla, uno delante y otro detrás, y generalmente en los extremos. La función principal del que se pone delante es, obviamente, la de servir de apoyo para los pies, para evitar salirse de la tabla durante la bajada ni al golpear con nada. También ayuda a girar y dirigir la tabla a un lado y a otro con facilidad coordinando las piernas con el resto del cuerpo. Incluso hay quien le coloca una cuerda sujeta al centro para esto, y de paso sirve para tirar de la tabla luego durante el regreso a la parte alta de la pendiente.

Ambos travesaños sirven también para protegerse de los golpes contra otras tablas. Ayudan a impedir que una tabla que venga por detrás se suba sobre la tuya y te golpee la espalda. Aunque hay quien no le pone el trasero y vive más despreocupado. También ayudan ambos a protegerse en el golpe contra los neumáticos al final de la calzada. Un travesaño fuerte y bien clavado a la tabla en la parte delantera evita que ésta se entierre por debajo de la montaña de gomas. Al golpear ese tope frontal contra las ruedas se consigue aprovechar éstas mejor, hacer que ayuden de verdad a amortiguar el choque, que es para lo que están. Si la tabla no lleva travesaño delantero puede ocurrir fácilmente que se cuele por debajo de los neumáticos. Esto te deja en el suelo. En principio no hay demasiado problema por eso, pero ocurre que también te deja totalmente sin protección contra otras tablas que vengan detrás. La propia tabla te proteje de las que vienen después de ti, como es lógico. Así que verte sentado en el suelo de repente es un poco peligroso. El travesaño delantero hace también menos arriesgada la colisión contra las gomas. Si la madera es fuerte amortigua bastante el golpe inicial con las piernas y el resto del cuerpo, hasta anularlo casi por completo, por decirlo así. Parece una tontería pero se nota de verdad y salva muchísimo, da mucha más capacidad para golpear un poco más fuerte, o muy fuere si se diese el caso. Ese pequeño trozo de madera y una buena tabla te pueden permitir chocar a gran velocidad si te gusta así, e incluso saltar fácilmente por encima de la montaña de neumáticos justo con el choque aprovechando el rebote y así evitar un golpe directo, de modo que algo que podría ser muy violento y peligroso se quede casi en nada si se sabe hacer bien.

Una niña prepara su tabla decorada a su manera con lo que parecen dibujos y pegatinas.

Hay quien le hace a la tabla también un chanfle en la esquina delantera, por la parte de debajo, lógicamente. Será más o menos pronunciado en función de cada tabla. En las más finas será casi impercetible a la vista pero todas las tablas acaban teniéndolo. Muchos ni se lo hacen sino que dejan que éste se vaya lijando y que vaya apareciendo solo con el uso de la tabla. Así hecho acaba siendo más bien curvo o redondeado, y con muy poco ángulo. En las maderas más gruesas será más ostentoso y visible, lógico. Esto evita que la tabla golpee bruscamente con nada durante la bajada y hasta se pueda parar en seco, lo que sería muy peligroso. Así se pueden saltar piedras, filos y obstáculos parecidos que pueda haber por el camino. Si además le pusiste una cuerda atada al travesaño delantero, a veces tirar de ella resuelve bastante. Hay que tener cuidado lógicamente con el chanfle porque puede hacer que tu tabla pase por encima de la que vaya delante, aun teniendo ésta un travesaño detrás. Por eso muchos se preocupan también de poner un travesaño más alto y voluminoso detrás que el de delante.

La tabla, por la parte superior, pueden dejarse con la madera "pelada", por decirlo así, sin nada más, aunque es habitual completarla con un cojín para sufrir menos la dureza del suelo, los golpes o las caídas en los saltos. Si la tabla es grande y se suele usar para dos personas se le puede poner un cojín más largo. Pero es normal igual que mucha gente no le ponga ningún asiento. También es frecuente que cada uno la decore a su gusto, según sus aficiones, personajes favoritos o costumbres. Todo requiere al final unas horas de dedicación para personalizarla bien. Esto tiene su parte importante de creatividad y es muy estimulante sobre todo para los más jóvenes, pero se ve con cualquier edad. Se encuentran decoraciones de lo más originales, unas más profesionales que otras, es lo de menos; lo importante es que se vive la tradición al gusto de cada uno. Luego hay quien le coloca asas a los lados. Ayuda a transportarla mejor y sirve para no perderla en los saltos como los que se dan en la calle El Plano, por ejemplo. También se le suele colocar esa cuerda ya mencionada para transportarla cuesta arriba sin tener que cargarla. Es algo que se suele ver, pero no es demasiado habitual.

Tres tablas de distintos tamaños y formatos parecidos. Puede que de tres personas distintas o de una misma persona para distintas edades.

Lo normal es que la tabla tenga un tamaño mediano, lo suficientemente grande como para ir cómodo, con las piernas no demasiado estiradas ni tampoco demasiado dobladas, apoyadas en el chanfle delantero. Un tamaño que además suele permitir llevar a otra persona un poco acurrucada en el centro, entre las piernas de quien dirige la tabla. Pero se suelen ver también muchas tablas más bien pequeñas. Son menos pesadas, más fáciles de transportar y pueden ayudar a saltar un poco más también si es esto lo que se va buscando. Las tablas más pequeñas son más de calles rectas y rápidas, como las que ve todo el mundo en la calle El Plano. Están hechas a menudo pensando específicamente en esa calle, en volar con ellas. Las tablas más "normales" o tradicionales, por decirlo así, las de tamaño mediano, y también habitualemente de madera, permiten ir más holgados encima. Son las que se hacen pensando en arrastrarse sin más. Son las de toda la vida y típicas de todas las calles en realidad. Las calles de nuestros barrios, a menudo incluso con alguna curva por el trayecto, desniveles varios y demás. Un recorrido que todos conocemos al dedillo de pasar por ahí todos los días. Una tabla tradiconal, mediana, puede ser hasta más orientable, se puede dirigir mejor. En teoría. Tampoco por ser de madera tienen por qué ir mucho más despacio, todas cogen gran velocidad en realidad y hay que saberlas llevar.

Dos amigos muestran una tabla hecha con dos grandes piezas de tea.

Para hacerlas deslizar calle abajo se lijan bien por la cara que da al suelo. Luego se les suele aplicar sebo animal, cera o parafina de vela. O de todo eso junto o alternado, es lo de menos cuando se quiere que la madera deslice rápido. Si la tabla se está estrenando al principio irá lento, pero a medida que se va lijando con el arrastre termina alcanzando una gran velocidad enseguida. A veces no se les pone nada, simplemente se las fuerza a deslizarse por la cuesta hasta que se entonen. Un rato arrastrándose con la tabla nueva puede ser más que suficiente para dejarla completamente lista. Preparar y acondicionar la tabla para que "funcione" es así una fase más en esto del arrastre, como se puede entender. Hay que dedicarle unas buenas horas a menudo a una tabla nueva para que la madera corra bien y que sirva. Vaya rápido o lento, la estés preparando o esté acabada, al final estás disfrutando de la tradición en la calle con los demás.

Una plancha de metacrilato con dos personas en la calle El Plano.

Las tablas se impulsan usando los brazos. Si es nueva habrá que usarlos más al principio, pero cuando esté lista no hará falta ni impulsarse, la gravedad hará todo el trabajo y la madera se deslizará por sí sola desde el inicio de la cuesta. Luego la trayectoria se va dirigiendo principalmente con las piernas. Se orientan sacando un pie u otro y pisando el asfalto con mayor o menor intensidad. Aunque también se usan los brazos cuando se va más despacio si hay que desviarse y la calle no ayuda. Cuentan que antes se usaban también dos trozos de madera para orientar el rumbo. Se aplicaban esas maderas con las manos en el asfalto y actuaban como timón, parecido a los remos de un bote. Para frenar siempre se usan ambos pies a la vez, lógicamente.Todo esto se aprende sin que nadie te enseñe, por simple intuición. Primero se va despacio, comprendiendo cómo reacciona la tabla y conociendo la calle, y luego, cuando te lo aprendes, ya es coser y cantar, se va tan rápido como uno quiera.

En la calle Hércules alguien carga cuesta arriba con un tablón ideal para varias personas.

Las tablas suelen guardarse de un año para los siguientes, por supuesto. Hasta que aguanten. Lo normal es usarlas año tras año hasta que queden muy deterioradas o hasta que se partan si la madera no es muy resistente. Si la madera es buena no tienen por qué perderse nunca. Hay quien tiene varias para usar según la calle o con quién te arrastres. Hasta hay quienes que preparan una grande entre todos para arrastrarse juntos. Se puede aprovechar igual cualquier madera grande para esto. Estos tablones al final funcionan de la misma manera, pero requieren un poco más de esfuerzo. Serán del tamaño que les parezca mejor, para tres, cuatro... ocho personas... Todos los que se atrevan. En ese caso a veces se ponen travesaños intermedios. Para los de los extremos suelen usarse lógicamente maderas más gruesas, resistentes y pesadas.

Alguien sube con una tabla de madera con una plancha de metacrilato acoplada debajo.

Se ven últimamente muchas planchas de metacrilato. Hay quien le ha cogido el gusto a este material sencillamente porque desliza mucho, pero no es la tradición. Algunos se arrastran sobre el metacrilato directamente. Resultan unas tablas mucho más finas. Dan mucha más sensación de inseguridad pero realmente el riesgo es más o menos el mismo al final. Aunque hay algunas a las que ni siquiera les ponen chanfles. Usadas así además dan oportunidad de una decoración más sofisticada. Pero lo habitual es que fijen la plancha de metacrilato bajo la tabla de madera de toda la vida con unos tornillos. Así se arrastran en las mismas condiciones de siempre solo que mucho más rápido. Son las que más se ven en la calle El Plano, donde predominan sobre todo los aficionados a la velocidad. Es una calle totalmente recta y con mucha pendiente que da pie a ir muy rápido y ha favorecido todo esto. Esta nueva costumbre ha deformado un poco la tradición, pero las tablas de madera no han desaparecido ni mucho menos. Al contrario, siguen siendo las habituales. Han terminado por mezclarse y convivir unas con otras, pero la madera es siempre la protagonista.

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