La celebración.
La celebración de esta tradición es en el mes de noviembre de todos los años. El principal acto símbolo, conocido ya más allá de las Islas, es el arrastre de las tablas.
En Icod de los Vinos numerosas calles transcurren en pendientes con más o menos inclinación, algunas bastante largas. Es la orografía típica de Tenerife, sobre todo en su cara norte; todos los municipios tienen calles con gran pendiente. En muchas de ellas se divierten los vecinos de todas las edades bajando sobre tablas preparadas específicamente para estos días. A esto es a lo que se le llama "arrastrarse".
La fiesta de Las Tablas se disfrutan desde la niñez y hasta que uno quiera o pueda. En cualquier calle se pueden ver niños y niñas de muy corta edad sobre tablas a su medida, acompañados de padres y madres que les ayudan a arrastrarse con seguridad junto al resto de vecinos para no perdérselo. Es una tradición única a la que pocos se pueden resistir. Son días de estar todo el rato simplemente en la calle con los demás sin hacer nada más que esto. Así pasan las horas, usando cualquier cuesta como un tobogán enorme en el que todos se divierten hasta que llega la noche o incluso de madrugada.
Hay calles más familiares, por decirlo así, donde participa solamente la gente que vive en los alrededores. Es su calle de toda la vida. Todos los que se arrastran se conocen porque viven y han crecido por allí cerca o en la misma calle, más algunos que vienen de cualquier parte del pueblo porque les gusta esa pendiente, porque es la que más próxima les queda, por estar con sus amigos...
Luego hay otras calles menos familiares, mucho más concurridas, en las que aunque se conozcan muchos entre sí es imposible conocerlos a todos, a las que también va gente más o menos anónima. Son calles a las que van a arrastrarse también por ser su calle de toda la vida, se ven repletas de vecinos. Pero también acuden a ellas muchos otros de todas partes del municipio por ser las calzadas más emblemáticas o espectaculares. Porque tienen mucha tradición, porque es donde se arrastra más gente desde siempre, de las épocas en que el municipio estaba menos urbanizado y había menos gente y menos calles, y allí quiere estar todo el mundo. O porque son muy largas o rápidas y dan pie a disfrutar de las tablas de otra manera. Calles en las que casi todos quieren probar a arrastrarse alguna vez. Suelen haber participantes de todas las edades. En algunas suele haber mucho público venido de fuera también, por las que pasan más a menudo los visitantes. Como la calle El Plano, en cuyos alrededores se concentra la mayoría de la gente en los días oficiales de la celebración. Queda abarrotada entre público y participantes hasta pasada la medianoche.
Cada uno prepara una tabla a su gusto y con ella se arrastran por su cuesta preferida. Al final del recorrido siempre le espera una montaña de neumáticos colocada para la ocasión, para ayudar a frenar en seco si es necesario. Una pila de ruedas tan grande como los participantes quieran. Algunos la usan, otros prefieren frenar antes y no arriesgarse a darse ningún golpe. En la calle El Plano sobre todo el Ayuntamiento coloca una gran montaña de neumáticos que no se retiran hasta el último día y queda cortada al tráfico de vehículos, por ser la más representativa cara al público. Pero se cierran también otras tantas y en ellas pone el Ayuntamiento igual una pila de ruedas y vallas cortando el tráfico. El pueblo queda así tomado por las tablas.
La tradición es usar una tabla de madera. La más apreciada suele ser de tea. Se prepara y con el uso la tabla va mejorando y deslizándose enseguida con mayor facilidad y rapidez. La diversión no la da sólo la velocidad y las acrobacias que uno pueda hacer subido encima, sino también el lanzarse junto a otras tablas, ir dos o más personas en una sola...
Las formas de preparar y acondicionar la tabla varían de unos a otros. Algunos le adosan un cojín para ir más cómodos, o incluso un asiento algo “anatómico” (aunque raro de ver), o las decoran, o les añaden asas para una mejor maniobrabilidad, poder sujetarla si se salta en algún bache, para el frenado y transporte.
Hay quienes preparan incluso tablones grandes, algunos enormes, para ser usados por varias personas. En estos casos, naturalmente, conviene que la montaña de neumáticos sea bastante grande por si acaso, o bien asegurarse de poder frenarlo entre los ocupantes sin problema cuando sea necesario. Entre todos suben luego el tablón y quien se anime repite. Lógicamente es agotador estar usando un tablón de estos la misma gente una y otra vez. Así que lo normal es que estos tablones se vayan compartiendo con distintas personas que quieren probar la experiencia de un modo más espectacular.
La tradición se ha venido celebrando, hasta ahora, oficialmente los días 29 y 30 de noviembre, pero lo normal es que los jóvenes empiecen a divertirse con las tablas desde principios de mes. Sobre todo en los barrios pequeños se ven calles inclinadas donde los vecinos de la propia calle y algunas cercanas pasan el rato arrastrándose. Es una forma de entretenerse y pasar las tardes o los fines de semana como otra cualquiera, o mejor que muchas de las típicas de hoy en día. Suelen ser calles no muy concurridas y donde normalmente se conocen todos.
Hasta ahora, los días 29 y 30 siguen siendo los usados oficialmente para la celebración. Se discute mucho entre la gente si conviene mantener estas fechas en lugar de aprovechar fines de semana, que parece lógicamente mejor, muy conveniente. A ver si termina cambiándose. Esos días en las principales calles sólo pueden circular las tablas, sólo se ve gente arrastrándose. Hay gente divirtiéndose todo el día, pero la gran afluencia de público se da a partir de media tarde y sobre todo ya cercana la noche. La calle El Plano, la principal en esta fiesta, a donde acude la gran mayoría de la gente (suele estar siempre absolutamente abarrotada), además de quedar cerrada al tráfico, se ilumina con luz artificial de arriba a abajo, lo mismo que otras calles importantes como la de San Antonio o Hércules para quedar totalmente dedicada a la celebración.
Aparte de esto, se desarrollan diversos actos simbólicos, como el descorche de la primera botella de vino de la cosecha del año y otras actividades populares, como concursos y talleres para los más jóvenes. Por supuesto tampoco faltan las castañas asadas tan típicas de la temporada. Por eso en los alrededores de las calles donde hay tablas y en varios sitios de Icod siempre hay donde tomar un vino, unas castañas, unas sardinas... y pasar un buen rato así en torno la tradición. Tanto en las cantinas en la propia calle como en los muchos bares y restaurantes que permanecen abiertos hasta la madrugada
Así se celebra la que es, de largo, la fiesta más importante del municipio de Icod de los Vinos. Todo siempre en torno a su costumbre más honorable, que es el arrastre de las tablas.