El acento portugués de Las Tablas de Icod de los Vinos.
Según cuentan las crónicas, tras el fin de la invasión de Tenerife por parte de los esclavistas de la cruz, datada en 1496, muchos portugueses se afincaron en lo que hoy es Icod de los Vinos. Incluso el primer sacerdote que ofició misas en la Iglesia de San Marcos (1501) dicen que fue el portugués Ruy Blas, y que hasta dio nombre a una zona de Icod donde se le otorgaron terrenos. Dice también esa historia que esos portugueses se repartieron todos numerosas tierras y aguas y su rastro permanece en muchas manifestaciones, como vocablos y apellidos.
Se menciona a un tal Gaspar Frutuoso, del que dicen que deja ya testimonio escrito en el siglo XVI de la vida en la localidad de Icode dos Vinhos. En él se refiere al municipio como una villa de unos doscientos habitantes, casi todos portugueses, que hicieron fortuna gracias a sus vinos, entre otra cosas. Contaba cómo hasta Garachico, donde había un buen puerto, habían dos leguas plantadas de viñas y caña de azúcar.
La población portuguesa procedía, siempre según esta historia, tanto del Portugal peninsular como de los archipiélagos de Madeira y Azores. Cuentan que trajeron consigo la tradición del cultivo de la caña de azúcar y la vid, y que utilizaron así las tierras de este municipio para implantar este tipo de agricultura y desarrollar toda su experiencia, con el éxito de sobra conocido.
Éste es el cuento oficializado, pero no debemos olvidar nunca que esta historia fue escrita por nuestro esclavistas, y que probablemente será todo mentira. Más bien será falso que haya venido ninguna horda de portugueses a nuestro pueblo en esa época. En Icod hemos sido todos siempre guanches y nada más. Lo que nos dejaron contado los curas y sus compinches sólo forma parte de su atraco. Robar la historia fue lo primero que hicieron para seguir robándolo todo. Quizás veremos esto desarrollado más adelante.
Pues bien, sea como sea, en Madeira hay una actividad turística proveniente de un oficio que se realizaba antiguamente allí (un oficio esclavo casi con total seguridad, como es lógico), y que son los conocidos como Carros de cesto. Se trata de unos trineos construidos en mimbre y madera, de dos plazas, que originalmente se usaban para desplazarse cuesta abajo en el trayecto desde el pueblo llamado Monte hasta Funchal. Hoy en día permanece como atracción turística y el recorrido acaba un poco antes. Van guiados por dos personas llamadas carreiros, que controlan y frenan el trineo de madera simplemente con sus botas, lo mismo que hacemos con las tablas aquí.
Se dice que estos cestos de mimbre empezaron a usarse alrededor del año 1850, mientras que el origen de Las Tablas de Icod se estima en torno al siglo XVI. Se suelen mencionar los carros a menudo al hablar de las tablas, como curiosa coincidencia. A muchos les hace recordar aquella historia acerca de los portugueses de Icod, por lo que acaban asociándolo y preguntándose si estará relacionado. Pero de primeras no parece que tengan realmente nada que ver.
Sea como sea, la parte interesante del asunto es ver cómo en ambos casos coincide la imposición que ejerce la orografía sobre el modo de vida de los pueblos, y cómo parece que se pudo resolver aquí y allí de forma parecida la necesidad de trasladar materiales y/o personas desde las zonas altas, usando la madera como medio de transporte.
(La Foto del menú principal es de Turismo Madeira. La del artículo circula por Internet y no se conoce su procedencia o su propiedad).